El Espíritu de tu Casa
El Elemental o Espíritu de tu casa es una
entidad viviente con una conciencia y una evolución propia, controlada y
afectada por las vidas que moran dentro de su aura.
Como todo tiene vida
al reconocer el elemental de tu casa como un ser viviente y calificarlo como
una entidad, sabemos que oye, responde, siente y reacciona, es energía, es una
entidad sin raciocinio pero que obedece al impulso que la trajo en
manifestación.
En el instante en que una persona concibe la
idea de tener, de crear un hogar y mentalice la idea dándole forma en su
imaginación, por más simple o suntuoso que sea, un departamento o una casa, en
ese momento el poder Divino que provee esa idea le procura un espíritu
elemental para que se constituya en presencia protectora y guardiana de esa
manifestación. Es lo que los romanos reconocían como dioses Lares a los cuales
le rendían culto dentro del hogar para tenerlos contentos y que les fueran
favorables.
Este espíritu vive con nosotros en nuestra
casa y expande su aura en su interior de modo que al nosotros pensar, hablar y
sentir, calificamos su aura; si vivimos en forma negativa, el elemental se
altera, se deja influir y se convierte en un ser maligno, provocador de
disturbios y de sucesos desagradables. Así esa casa se convierte en un
verdadero infierno.
Por el contrario, si los habitantes de ese
hogar son gentes benévolas, de mentes sanas, el elemental de la casa se
convierte en un ser alegre, feliz, que atrae y produce sucesos venturosos.
El elemental de la casa es de la misma raza de
las fuerzas elementales que gobiernan nuestro cuerpo y perteneciente a uno de
los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. Ellos son impresionables y
por eso asumen las cualidades y características de la energía individual nuestra
que derramamos en nuestras casas y que calificamos con nuestra voluntad y
respiración. Ya sabemos que ellos son mente y el impulso que gobierna esas
mentes lo llevan a copiar, a imitar todo lo que ven. Por esto es conveniente
que bautices al Elemental y lo controles teniendo en cuenta tus estados de
ánimo.
Tu casa ríe cuando tú ríes, llora cuando tú
lloras, es feliz o triste según las circunstancias, responde a tu amor, a tu
cuidado, a tu interés por ella; decae y se desanima cuando la abandonas, la
descuidas o la desprecias. No has notado la pesadez y tristeza que muestran las
casas abandonadas? Cuando las desocupan se deterioran más rápidamente.
En aquellas donde han ocurrido tragedias emana
un ambiente lúgubre, allí donde hay un moribundo se siente el bao de la muerte.
En cambio hay casas que exhalan alegría,
simpatía, de las cuales es difícil retirarse y a las que uno quiere volver. Con
solo entrar a una casa las personas sensibles notan si existe allí un ambiente
“pesado o liviano” según lo expresa intuitivamente el lenguaje popular.
Es muy conveniente que ames a tu casa. Debes
bendecirla y halagarla enumerando sus ventajas y comodidades dando gracias a
Dios que te la ha proporcionado, ya sea propia o alquilada es tu casa porque
eres quien la está disfrutando.
Una práctica aconsejable es decir a menudo:
Bendigo todos los granos de arena, cal y
cemento, todos los átomos de madera, todos los hilos de seda y nylon, copos de
algodón y moléculas metálicas que la componen. Mi casa querida, mi hogar, te
agradezco el techo que me protege y la comodidad que me proporcionas. Te lleno
de Luz, de Amor y de Armonía, te rodeo y te envuelvo en la
Llama Rosa para que todo el que se acerque
a ti sienta el Amor Divino latir en su corazón y pierda todo deseo de dañar la
propiedad ajena.
Di con frecuencia:
“Bendigo
al Elemental (su nombre) que nos acompaña en esta casa”
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